lunes, 25 de junio de 2012

Camiguin

Viaje de fin de semana a la preciosa isla de Camiguin situada en el mar de Bohol perteneciente a la provincia de Mindanao. Una vez más nuestra querida compañía low-cost CebuPacific nos acerca a precio módico al aeropuerto de Cagayan de Oro, situado éste en otra isla próxima, ya que las reducidas dimensiones de Camiguin hacen imposible la existencia de aeropuerto. Al llegar el viernes de noche a Cagayan no quedó más remedio que alquilar una van para que nos llevase a una ciudad cercana al aeropuerto y hacer noche allí.      

Tras llegar a la ciudad (cuyo nombre no recuerdo) nos acercamos al hostal para dejar las mochilas. El hostalillo en cuestión es sin duda uno de los alojamientos más cutres en los que me haya hospedado jamás. Creo recordar que éramos alrededor de 12 personas, así que la habitación que reservamos tenía siete literas que aprovechaban el espacio a más no poder. Lo que le daba el punto interesante al recinto era sin duda la manada de cucarachas que tenían colonizado el baño, hay que decir que ningún integrante de la expedición se aventuró a ducharse en ese baño, ni falta que hacía. Tengo entendido que si te subías encima de ellas te daban un paseo turístico por el lugar. Ya entrados en el tema "cuquis", tal y como las denominada una compañera de viaje gran admiradora de estos lindos animalillos, paso a explicar la técnica descubierta en este viaje para exterminarlos: se echa un trozo de papel sobre la víctima en cuestión, se pisa el papel, con contundencia, y se recogen los restos con el papel sin que tu piel tenga que entrar en contacto con este temido artrópodo. A falta de baygon, bueno es el ingenio. Gran suerte que por el norte de España no tengamos este tipo de fauna,  menos mal que no les gusta el frío. 

Imagen de la cucaracha juerguista en clara alusión a la fiesta que tenían montada en el baño.

Después de dejar las mochilas en el acogedor dormitorio salimos a dar una vuelta por el pueblo. Casualmente estaban en fiestas, así que tuvimos la panorámica más pintoresca del lugar. La plaza del pueblo engalanada con bombillas de mil colores y banderillas, puede que como resto de su pasado colonial español.  Cenamos en la misma plaza en un puesto con cantidad de comida para escoger, predominando como siempre el pollo, cerdo y arroz, mucho arroz, base de la gastronomía local. Nos dimos cuenta en seguida de que a juzgar por la gran cantidad de niños pidiendo en la calle, no nos encontrábamos en una de las zonas más ricas de Filipinas precisamente. Las diferencias Norte-Sur siempre presentes, incluso dentro de Filipinas la zona norte es más adinerada que la sur.

A la mañana siguiente salimos hacia Balingoan, desde cuyo puerto se coge un barco hasta Camiguin. Tras una hora de trayecto llegamos al puerto, desde el que cogimos un jeepney hasta Enigmata Treehouse (www.camiguinecolodge.org), alojamiento construido sobre un árbol, peculiar donde los haya. Resulta ser lugar de acogida para todo artista que desee trabajar en ella gratuitamente a cambio de alojamiento. Muy hippy y con mucho encanto. 


Llega el apartado peleas con los filipinos. Para aprovechar el viaje al máximo nos habían recomendado alquilar motos para recorrer la isla, así que tras encontrar en el puerto a un hombre que aseguraba tener motos sin marchas (aptas para no iniciados, como la mayoría de los que íbamos entre los que me incluyo), le dijimos que necesitábamos seis y que nos las llevase a Enigmata Treehouse. Todo parecía ir sobre ruedas,  hasta que apareció el grupo de filipinos con seis motos CON marchas... Problema cultural donde los haya, en este país son incapaces de decir no, les supera, evitan la confrontación a toda costa, antes de decirte un no se quedan callados y no te contestan. El caso es que hubo quienes probaron las motos y se atrevieron a cogerlas. Yo visualicé la leche que me iba a dar desde el primer momento, así que desde el principio rechacé la idea de coger una moto o de subirme con cualquiera que no supiera manejarla de antemano. Más problemas, la panda de filipinos quieren que les paguemos la gasolina de las otras motos que no cogimos, a pesar de que dijimos claramente de que las queríamos sin marchas... atropellan a un gato mientras se parten de risa, una de mis compañeras ultra defensora de los animales se vuelve loca con el espectáculo, encargamos un jeepney para que nos lleve al resto, viene y cuando le decimos dónde queremos ir sale corriendo sin mediar palabra cual alma que lleva el diablo, la del hostal no sabe ayudarnos a buscar otro transporte... después del madrugón (nos habíamos levantado a las 4:00 a.m.) pasamos media mañana tirados delante del hostal... qué país...

Al final se nos enciende la bombilla y bajamos andando hasta una casa cuyo dueño casualmente alquila una especie de furgonetilla para hacer la ruta turística por la isla. Por fin nos ponemos en movimiento!



La primera parada fue para ver las Katibawasan Falls, catarata con estanque a modo de piscina, en la que encontramos a un grupo de filipinas lavándose el pelo con variedad de champús, acondicionadores y queseyoquemás. Nuevamente respecto 0 por el medio ambiente. Refrescantes vistas después de todo el follón mañanero.


A continuación seguimos con nuestra furgonetilla roja en ascenso por una carretera a media ladera hasta el mirador de los volcanes, punto desde el que se ven alguno de los principales volcanes que conforman la isla. Bonitas vistas de los volcanes con el mar de fondo, aunque el tiempo ese día no nos acompañó mucho, la verdad, incluso llegó a llover un poco.


Finalmente llegamos a el punto fuerte de la visita, una lengua de arena blanco marfil llamada White Island. Es un poco subrealista, según te acercas en barca, de repente en medio de la nada aparece esa arena resplandeciente en forma de hoz, impresionante.


De vuelta a Enigmata comenzó a llover sin contemplaciones, así que pasamos el resto del día de animada reunión en la casa del árbol probando las delicias de la repostería local, llamado "pastel", otro resto de colonialismo español. 

A la mañana siguiente dimos otra vuelta por la isla, esta vez breve ya que teníamos que salir a coger el avión. 

Fin de semana de contrapuntos, el sitio es precioso, aunque entre que llovió y que los lugareños no se portaron con nosotros todo lo bien que deberían, me queda la sensación de que no disfrute de esta isla como se merece. Lo mejor sin duda, White Island, otro de los rincones mágicos de este complicado país.


martes, 19 de junio de 2012

Malasimbo Music Fest

Entrada breve sobre el festival de música Malasimbo. Momento festivalero del pasado 3 de marzo en Puerto Galera, muy cerquita de la playa donde aprendí a bucear, así que el trayecto hasta allí no tenía secretos (o eso pensamos al principio). La oferta de música en directo en Manila es más bien escasa, para lo grande que es la ciudad apenas hay grupos que toquen en directo, así que cuando hay un acontecimiento como este festival medio Manila se moviliza para acudir a él, teniendo en cuenta que estamos hablando de más de 12 millones de almas conviene asegurar el alojamiento, no vaya a ser que te toque dormir debajo de un cocotero, tema harto peligroso por cierto, antes de venir a Manila no había estado nunca en un sitio tropical, a estas alturas ya estoy bastante familiarizada con la vegetación de la zona, a pesar de que es prácticamente inexistente en esta mi contaminada y sucia ciudad, el caso es que ya he visto más de una rama de palmera caer espontáneamente y no le deseo a nadie que le pille justo debajo, entre la altura desde la que cae y que no es un peso pluma precisamente, te puede dar un buen golpe!


Nos arreglamos para encontrar un sitio para dormir en una casa llamada Barnaby House, a día de hoy todavía no me explico cómo fuimos capaces de llegar bien al sitio, nos habían dado unas indicaciones algo difusas y desde luego en este país como tengas que esperar a que alguien te lleve de la mano hasta donde tienes que ir o te responda exactamente lo que tú necesitas, lo llevas claro...

Después de coger un taxi para acercarnos a una de las muchas estaciones de autobús de Manila, además de un autobús hasta el puerto de Batangas, una bangka desde este último hasta Puerto Galera, una minibangka para llegar hasta la casa para dejar la mochila, otra lancha para volver de Barnaby House a Puerto Galera y un jeepney para llegar hasta el lugar del festival, pudimos disfrutar por fin del aire libre y respirable, que no es poco por aquí. Aunque parezca lo contrario, esta excursión se puede considerar como un viaje fácil para ser en Filipinas, el tema de que sea un archipiélago compuesto de inmensidad de islas y el estado de las infraestructuras, no facilita los desplazamientos en este país. 


El lugar del concierto era increible, al margen de que noto mucho la falta de "verde" en medio de esta jungla de asfalto y que cuando tengo la ocasión de estar en plena naturaleza no la desaprovecho, valía la pena ir sólo por disfrutar de este sitio mágico.

Los grupos que participaron, unos con más acierto que otros, hicieron de piscolabis para el público filipino hasta la entrada triunfal de un tal Joe Bataan, filipino emigrado a Nueva York cuando todavía era un niño, que se crió en el Bronx y alcanzo las más altas cotas de popularidad entre los filipinos por cumplir el sueño americano que la inmensa mayoría anhelan, es que aquí todo lo yanki les gusta tanto... Creo que en cuanto músicos filipinos los más admirados serían Apl.de.ap de los Black Eyed Peas, en realidad este hombre se llama Allan Pineda, me imagino que utilizar las siglas es más molón por cuestiones de artisteo, y por otro lado Joe Bataan, que miedo me da solo lo conozcan por aquí... lo digo desde el desconocimiento, no estoy metida en el mundillo.


También había puestos de comida, bebidas (mítico Tanduay Ice de todos los colorines), souvenirs, etc.



Cuando dimos por terminado el concierto otra vez jeepney y pequeña barquita para volver a la casa. Este último trayecto lo realizamos en plena noche, oscura cual boca de lobo, con la inestimable ayuda de un farol que el barquero movía en círculos el poco tiempo libre que le dejaba el manejo de la embarcación en cuestión, en fin, otra historieta más para el apartado "Cosas que nunca conté a mamá mientras estaba en Filipinas". 


Imagen de la idílica casa en la que dormimos, por supuesto nunca sin mi mosquitera, que si no aquí te abrasan los mosquitos, uno de los elementos más temidos de la fauna local.


Divertido finde para alejarse de la caótica Manila y disfrutar de los rincones más apacibles de este país.