Entrada breve sobre el festival de música Malasimbo. Momento festivalero del pasado 3 de marzo en Puerto Galera, muy cerquita de la playa donde aprendí a bucear, así que el trayecto hasta allí no tenía secretos (o eso pensamos al principio). La oferta de música en directo en Manila es más bien escasa, para lo grande que es la ciudad apenas hay grupos que toquen en directo, así que cuando hay un acontecimiento como este festival medio Manila se moviliza para acudir a él, teniendo en cuenta que estamos hablando de más de 12 millones de almas conviene asegurar el alojamiento, no vaya a ser que te toque dormir debajo de un cocotero, tema harto peligroso por cierto, antes de venir a Manila no había estado nunca en un sitio tropical, a estas alturas ya estoy bastante familiarizada con la vegetación de la zona, a pesar de que es prácticamente inexistente en esta mi contaminada y sucia ciudad, el caso es que ya he visto más de una rama de palmera caer espontáneamente y no le deseo a nadie que le pille justo debajo, entre la altura desde la que cae y que no es un peso pluma precisamente, te puede dar un buen golpe!
Nos arreglamos para encontrar un sitio para dormir en una casa llamada Barnaby House, a día de hoy todavía no me explico cómo fuimos capaces de llegar bien al sitio, nos habían dado unas indicaciones algo difusas y desde luego en este país como tengas que esperar a que alguien te lleve de la mano hasta donde tienes que ir o te responda exactamente lo que tú necesitas, lo llevas claro...
Después de coger un taxi para acercarnos a una de las muchas estaciones de autobús de Manila, además de un autobús hasta el puerto de Batangas, una bangka desde este último hasta Puerto Galera, una minibangka para llegar hasta la casa para dejar la mochila, otra lancha para volver de Barnaby House a Puerto Galera y un jeepney para llegar hasta el lugar del festival, pudimos disfrutar por fin del aire libre y respirable, que no es poco por aquí. Aunque parezca lo contrario, esta excursión se puede considerar como un viaje fácil para ser en Filipinas, el tema de que sea un archipiélago compuesto de inmensidad de islas y el estado de las infraestructuras, no facilita los desplazamientos en este país.
El lugar del concierto era increible, al margen de que noto mucho la falta de "verde" en medio de esta jungla de asfalto y que cuando tengo la ocasión de estar en plena naturaleza no la desaprovecho, valía la pena ir sólo por disfrutar de este sitio mágico.
Los grupos que participaron, unos con más acierto que otros, hicieron de piscolabis para el público filipino hasta la entrada triunfal de un tal Joe Bataan, filipino emigrado a Nueva York cuando todavía era un niño, que se crió en el Bronx y alcanzo las más altas cotas de popularidad entre los filipinos por cumplir el sueño americano que la inmensa mayoría anhelan, es que aquí todo lo yanki les gusta tanto... Creo que en cuanto músicos filipinos los más admirados serían Apl.de.ap de los Black Eyed Peas, en realidad este hombre se llama Allan Pineda, me imagino que utilizar las siglas es más molón por cuestiones de artisteo, y por otro lado Joe Bataan, que miedo me da solo lo conozcan por aquí... lo digo desde el desconocimiento, no estoy metida en el mundillo.
También había puestos de comida, bebidas (mítico Tanduay Ice de todos los colorines), souvenirs, etc.
Cuando dimos por terminado el concierto otra vez jeepney y pequeña barquita para volver a la casa. Este último trayecto lo realizamos en plena noche, oscura cual boca de lobo, con la inestimable ayuda de un farol que el barquero movía en círculos el poco tiempo libre que le dejaba el manejo de la embarcación en cuestión, en fin, otra historieta más para el apartado "Cosas que nunca conté a mamá mientras estaba en Filipinas".
Imagen de la idílica casa en la que dormimos, por supuesto nunca sin mi mosquitera, que si no aquí te abrasan los mosquitos, uno de los elementos más temidos de la fauna local.
Divertido finde para alejarse de la caótica Manila y disfrutar de los rincones más apacibles de este país.
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