domingo, 19 de agosto de 2012

El Nido

Tras visitar El Nido el pasado mes de abril puedo decir que ya he estado en El Paraíso. El Nido representa todo lo que en occidente asociamos con un lugar para pasar unas vacaciones de ensueño: playas vírgenes de arena blanca, agua cristalina de tonos azules y turquesa inimaginables, rocas de formas caprichosas recubiertas de vegetación verde radioactivo por doquier... imposible describir con palabras lo bonito que es este sitio.



Todo tiene un precio, en este caso lo costoso que es llegar hasta El Nido, al norte de la isla de Palawan. Tras coger un avión hasta el aeropuerto de Puerto Princesa hay que sufrir un trayecto de 6 horas en furgoneta por una carretera a tramos asfaltada, a tramos camino de piedras y polvo. Teniendo en cuenta que en este país un negocio habitual consiste en reconvertir una furgoneta normal y corriente de carga en transporte para turistas incorporando unos asientos bastante improvisados y en la mayoría de las ocasiones nada cómodos, se entiende que el trayecto en van es de todos menos confortable... algún inconveniente tenía que haber :/


El alojamiento escogido en esta ocasión fue Lolo Oyong (www.lolooyong.com), una pensión acogedora, a la par que baratilla. En este punto destacar que el tema alojamiento hotelero en Filipinas no tiene término medio, o bien vas a un superhotelazo de lujo asiático, que por supuesto se paga como tal, o vas a una pensión de lo más básica, el concepto hotel de tres estrellas aquí no existe. Por 500 pesos la noche (alrededor de 10€) tienes cama en una confortable habitación con ventilador, tan imprescindible en estas tierras tropicales y desayuno normalillo tirando a deficiente. Esto último no es problema ya que en este tipo de pueblos siempre suele haber una bakery (panadería) donde poder comprar algo del desayuno al que estamos acostumbrados, los cinamon rolls y los tan afamados pandesal, figuran entre sus best seller.


El pueblo de El Nido en si es bastante normalillo, en realidad no hay apenas nada de interés en él, lo que verdaderamente merece la pena es alquilar una bangka en alguno de los puestos preparados al efecto para hacer alguno de los circuitos de island hopping que ofertan. El island hopping consiste en navegar con la bangka de islilla en islilla armados con máscara de buceo y aletas para hacer snorkel en los puntos de interés. Éstos suelen tener nombres muy parecidos independientemente del circuito que se trate: secret lagoom, secret beach, small lagoon, big lagoon, hiden lagoon... que de secretos y escondidos tienen más bien poco, ya que lo más habitual suele ser coincidir con otras bangkas repletas de coreanos enfundados en chalecos salvavidas de color naranja que se pelean por coger la mejor posición. Resaltar de los coreanos que la gran mayoría no saben nadar, por lo que conviene no pasar cerca de ellos, ya que tienen la mala costumbre de agarrarse a todo lo que sobresale por encima del agua, sea salvavidas, roca, persona... les vale todo :S


Como recompensa a tanto aleteo los kuyahs de la bangka sirven lo mismo de capitán de embarcación que de cocinero, así cuando llega la hora de la comida, que en horario filipino se adelanta de 12 a 1 del mediodía, el filipino prepara un fuego en un rincón de la playa y nos deleita con pescado y carne a la brasa, como de costumbre acompañado de ingentes cantidades de arroz blanco.


Al atardecer finalizamos la jornada playera y todavía aturdidos por lo increible de los paisajes contemplados a lo largo del día nos encaminamos al pueblo de El Nido para tomarnos el mango shake de rigor en alguno de los numerosos restaurantes que bordean la playa del pueblo, no se puede pedir nada más al día, bueno, en realidad sí, la presencia de cierta persona que disfrute conmigo de la experiencia ;)


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